Era un frio día de invierno, el turno ya terminaba y todos querían volver a sus hogares. El maestro cervecero, ya agotado recuerda a su ayudante que no olvide guardar el último barril de cerveza bock a un lugar más cálido antes de irse.
Al siguiente día cuando el maestro cervecero volvió a su trabajo, se encontró con este barril en el mismo lugar, su ayudante había olvidado entrarlo. El frío de la noche había congelado y expandido el contenido del barril, generando serios daños en él. Sin creerlo se agarró su cabeza al encontrarse con tal desastre, pero luego al acercarse, se dio cuenta de que dentro de ese hielo estaba encapsulado un líquido de color oscuro que no se había congelado, así que decidió probarlo, y para su sorpresa ¡Era delicioso! Por mera casualidad acababa de nacer un nuevo estilo de cerveza, Eisbock.
Esto sucedió en 1890 en la cervecería Reichelbrau, Alemania. Con los años su elaboración ha mejorado y consiste en someter a la cerveza a un proceso de congelamiento, para así poder retirar su agua concentrando la cerveza base. Recordemos que el agua tiene un punto de congelación más alto que el alcohol, lo que permite que se pueda congelar y retirar sin afectar a los otros componentes como los azucares y el alcohol, dando por resultado una cerveza concentrada, maltosa, más fuerte y con más cuerpo.
Uno de los ejemplares más reconocidos del estilo es la "Aventinus Eisbock” de Schneider Weisse, la cual se basa en la clásica Weizen Doppelbock Aventinus (Tap 6) de la marca.